domingo, 18 de enero de 2015

CCLXXXI

Hay tantos tejados como noches de pie
en las que una imagen vale más que el intento de escribir un poema
Noches como castillos de ruegos
en los que la estrella 
oblicua hiere la piel de los hombres mansos


Noches de lobos y rastro de sangre,
alcohol para las heridas de una ciudad a punto de partirse
en el intento de alcanzar 
la huella del sol.

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