sábado, 3 de agosto de 2013

CCXXXIX

Son las cuatro de la mañana, la noche avanza sin detenerse
por eso llorar a esta hora es como entrar al cine con la película empezada.
Pero no estoy llorando, no pertenezco a la lluvia
intento quedarme al margen del cielo de Madrid.

Vivo en los detalles de esta soledad milimétrica.

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