domingo, 18 de agosto de 2013

CCXLIX

Hay que refugiarse en el conocimiento, en el contacto directo con el arte,
distanciarse de la actualidad programada y correr hacia las bibliotecas.
Sembrar el hábito de la lectura, no de corrido o como el que se toma
un vaso de aceite de hígado de bacalao, sino sembrar el hábito de leer 
y reflexionar acerca de lo que se ha leído.
Inocularse ese virus que tanto preocupa a la clase dirigente
y contra el que se fabrican cientos de antídotos artificiales.

Que se propague como una plaga.

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