sábado, 6 de octubre de 2012

CXLVI

Ayer tuve una conversación en la que los años
cayeron del cielo
como espejos de realidad momentánea.
Ayer supe que tenía 34 y que quizás nunca sea padre.
Y digo quizás porque afirmar con rotundidad
es darse demasiada importancia
y yo me quiero lo justo para ir tirando de lunes a domingo.
Veo a mis referentes de la mano de sus hijos, me miro al espejo
y sólo veo barba.

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