domingo, 17 de mayo de 2015

50

La calle es una pandereta herida
una suma de gritos y luces
cebras de paso, cigarrillos abandonados,
botellas sin mensaje
las intenciones se acumulan por antorchas con GPS
transmitiéndose a la velocidad del instante,
los dedos percuten palabras
atravieso la calle Huertas sin necesidad
de sortear ningún portador de flyers
nadie le pasa el testigo a la soledad
ella camina sola
fiel a mi espalda
asida por los codos
Mi cuerpo replica con juventud
afina las piernas, camina con nervio
como buscándose entre la gente,
mientras mi fuego se afianza en la
rutina a ciegas del tiempo indomable, la carga
Te juro que me siento tentado a dejar el poema
vaciarlo de ciudad, descargarlo de mí
limpiarle la imagen y devolvértelo,
como una carta cerrada y sutil sin remite
esperando no que me contestes,
si acaso que sepas que soy yo
el que llama con toda la fuerza
que he ido reuniendo
mientras cruzaba Madrid.

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