Habla desde la cama, como follando, repite los gemidos barra susurro barra silencio. Sustituye las imágenes por pausas, las pausa por poses y el sentido, por la emoción sucia. Derrite a las niñas que todavía lo son, con palabras de menos, provocando el orgasmo, adoleciendo de la más mínima imaginación.
Tiene altar fijo en la casa del libro, eterna adolescente, cuya edad oscila entre bares y copas, ceniza y sopa boba.
La poesía, esta
está cada vez más cerca de los centros comerciales, al lado de los chicles, las gominolas y las Cincuenta Sombras de Grey.
La debemos sin duda todos los focos y los ranking de ventas,
nunca nada fue tan explícito desde los relatos del Nuevo Vale.
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