Hoy leí una noticia sobre un peluquero en Nueva York, que en su día libre corta el pelo a los vagabundos de la ciudad.
En principio pensé que una persona sin techo y sin las necesidades elementales cubiertas, poco o nada puede importarle su aspecto. Esa ha sido la primera idea que me vino a la mente, pero después he seguido reflexionando y creo que sucede todo lo contrario. El aspecto es una consecuencia de la suma de factores que han llevado a una persona a la intemperie, por lo que creo que al recuperar fragmentos de ella misma entre los escombros de su vida, puede nacer un leve resquicio para la esperanza.
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