Os recomiendo que no escuchéis música mientras leéis, más
si vais montados en el búho, son las 5 de la mañana y la novela os tiene
enganchados. Es un cóctel del que saldréis ralentizados y probablemente
desayunando por accidente en algún lugar intermedio entre Atocha y Cibeles una
hora y pico después, tras haber hecho el trayecto de ida y vuelta un par de
veces.
Lo bueno de la literatura y la música clásica,
es que limpian tu mente de pensamientos circulares, casi siempre opresivos y absurdamente dramáticos y todos aquellos que
terminen en áticos, como románticos, que como podréis comprobar tienen una
relación con la altura y la necesidad de alcanzarlos.
Pues eso, tres hurras por la literatura y Bach.
Aunque dicho sea de paso se me ocurrió hacer
el ultimo trayecto desde la parada de autobús a mi casa, libre de libro y cascos
y el día me golpeó con toda la fuerza acumulada de la noche y ese pensamiento
asociado a tu imagen que llevaba 24 horas intentando tapar, solapándose a mi
cuello como un ganglio.
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