El recitador, cambiapalabras, estiramaneceres de hoy en
día. El que escribe y modifica la mirada, el instante o la odiosincrasia de
este mundo. El poeta de hoy, de ahora, ese. Que se deja caer allí donde le
ofrezcan un micro y 19 sillas. Que rara vez cobra o a lo sumo le pagan con
aplausos.
Se tira las horas
vivas ( según la magnitud de la estrofa) investigando, imaginando, pisando más
allá de la línea de los mundos y la muerte. Pero mira tú por donde, su arte no
tiene consecuencias económicas. Ya sea el público múltiplo de diez o igual a
cero, como regla general no se lleva un duro de los dueños de las tabernas/
pubs/ cafés/ templos/ bares. Los activistas culturales, la ciencia y la fe, los
cuervos y las plantas, lo saben. Pero nadie hace nada por los nadies.
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