Podría hablar de la lluvia y decir: que la tierra huele a
madre y que el instante que una gota se posa en mi hombro, es la celebración de
estar aquí.
O también podría decir que siempre llueve y
que la música se desplaza al otro lado, por más que pise los charcos de esta
puta ciudad.
Todo
depende del estado de ánimo.
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