Cada día estamos más lejos de la infancia
las noticias se encargan de remarcarlo
con titulares tales como: muere el Último Guerrero o
se quedó huérfano Macondo.
Lloramos como adultos en cada mensaje
y digo adultos, porque lo hacemos desde la polaridad
de pensamiento: unos lloran como si se acabase el mundo,
otros critican las lágrimas de los otros.
El ego se infla aquí y allá, como una bandera ondeada
entre la muchedumbre diaria que nos marca el camino.
Los niños lloran de otro modo.
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