Renuncio a las listas
de mejores libros de
poesía,
prefiero seguir buscando.
Los mejores poemas se instalaron en mis
ojos,
lejos de los artificios de mercado.
La poesía no necesita cifras, ni decálogos,
si acaso
arqueros que disparen al cielo una y cien veces,
porque las flechas siempre
vienen de vuelta,
porque las flechas siempre se nos acaban clavando.
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