domingo, 17 de enero de 2016

223

Vivimos en las afueras 
lejos del cultivo de congreso,
vemos los cambios a través de la pantalla
Digo que apenas poblamos otro confín
que el sofá propio
La vida amable es un patrocinio 
que se vende al mejor postor
Los risquetos son naranjas
Las manzanas rojas
¿Juegas conmigo? 
Tengo 19 cuchillos
Los compré a través de la tienda en casa.


222

Como siga pidiendo perdón constantemente, mi vida se irá con otro que tenga el cuerpo más sano y la mente más libre. 
Llevo pidiendo perdón desde pequeño, intentando hacer el menor ruido posible. Quizás por ello desde entonces fantaseo mucho y me quiero poco. Me aíslo en una supervivencia de ombligo.
No he estudiado lo suficiente como para vivir ahora debajo de una camisa y una corbata( ni querría)
Pero ahora sé que si fuese el niño de entonces, respondería a la pregunta enfatizando que quiero ser actor y poeta. Tú estás como una cabra hubiera dicho mi padre y yo ahora 20 años después le doy la razón.
No he publicado por varias razones. La primera es que hoy en día todo el mundo publica y el libro de versos pierde su valor( no hablo monetario, sino de pegada)
Los poetas tienen que luchar con nuevas editoriales que lanzan híbridos productos de mercado en una relación de 200 a 1, y así no hay poemario que se convierta en ola. 
Tampoco he publicado porque todavía dudo de cada poema que escribo y ando siempre recortándolos, desmembrándolos e incluso abandonándolos a su libre albedrío. 
No creo en los recitales, cada vez participo en menos, no me gustan. Favorecen determinados aromas que me es complejo asimilar y me resisto a dar el paso. Eso no quiere decir que en contadas ocasiones me acerque donde hay calor, buen vino y palabras. Y que incluso yo contradiciéndome, planifique recitales y despierte la ilusión que tengo debajo de la almohada. Pero casi siempre son recitales a dos o tres, porque me interesa mucho más la creación conjunta o esa mezcla de voces y verbos.
Recitar solo, no. La soledad y yo ya somos uña y carne como para seguir juntos también sobre el escenario.
Del teatro digo Amor. Porque todo lo que me ha pasado hasta ahora es bonito. Trabajar en proyectos ideados entre amigos y una escuela que es el nido. 
Pero todavía no me he enfrentado a lo que hay detrás, después, a la izquierda. Por lo que tengo una visión romántica que terminará rompiéndose en un breve espacio de tiempo.
Pero a pesar de los pros y los contras, me gustaría dedicarme a mezclar estos dos mundos con otros similares el resto de mi vida.
El arte me ha salvado de la locura
y me empuja día a día, pasito a pasito, a dejar de pedir perdón por todo, empezando porque ya no voy a pedir perdón por amar, y si voy a empezar a exigir respeto.


221

Hay respuestas que no llegan a producirse,
por más que se grite
o se vuele o se hagan cosas imposibles
como llorar un sábado
Por más que la imaginación vuele
a través de las ventanas y los niños de la calle
se conviertan en adultos
No hay respuesta
posible
al
silencio
dirigido
Esta sociedad está enferma
de ego y soledad
te digo que me siento como una aplicación borrada,
un juego de rol al 100 %, un engranaje de ciudad
que rueda a ritmo de la canción
de las palomitas de maíz.

miércoles, 6 de enero de 2016

220

Hay una lámpara vacía
su silueta es un arco de dragón
dicen las voces
que hubo una época en la que 
el sol podía entrar y salir 
a través de su diámetro
imaginaos la luz
que me arropaba entonces.


lunes, 4 de enero de 2016

219

En la poesía está todo inventado menos tú
fíjate 
ejércitos de poetas se detienen, bordean incluso 
se pelean en círculos por un espacio desde el que gritar
Utilizan espadas como flores, látigos de verdad, estómagos de fusibles
caracolean la ciudad en busca de la cerveza filosofal, piden cita en el 
café Gijón, mientras miran alrededor por si aparece alguien famoso
Se subastan los miércoles, los martes y domingos
basculan de un Madison Square Garden a otro
se prometen alta fidelidad, verso reciproco
Fundan grupos poéticos, generaciones enteras
retroalimentándose de la opinión, adorando becerros de marfil
hacen planes, hornean peces, se declaman unos a otros 
guardándose las espaldas
Y tú ajena a todo esto
observando desde vete tu a saber que ombligo
acechas siempre
Llegará el día en el que alguien te sorprenda 
dibujándote la espalda y todo empiece a encajar.


sábado, 2 de enero de 2016

218

En el ojo del huracán se relativizan los pensamientos. Uno se concentra en no salirse del choque de cielo y tierra, mientras los edificios de mujer se desmoronan, el disco que es la luna se parte en dos y a duras penas entra el poema en el hueco de alfiler.

217

Empezamos a perder la batalla el día en que inventaron los relojes. Esas pequeñas máquinas pasaron a controlarnos el pulso, acelerando o aminorando el ritmo, la calle, los días. 
Pero éramos libres aún, podíamos llamarnos a gritos, la gente todavía se hablaba desde las ventanas, y el amor vivía en los cuerpos. 
Pero inventaron los cierres centralizados, las entidades bancarias, el sexo sin amor, el prozac, las reglas. 
Alguien escribió Un Mundo Feliz y no le hicieron caso. Pero todavía existían las cabinas y las sesiones dobles de cine, las cartas de amor, los poemas en papeles mojados. Incluso todavía tenían valor los amores de verano.
Pero llego Internet y empezamos a perdernos realmente. Sustituimos las cartas por los e-mails. Aparecieron los teléfonos móviles y dejamos de memorizar los números importantes. 
Pero todavía eran rudimentarios, dinosaurios de teléfonos que descosían los bolsillos del pantalón y servían para llamar y mandar algún mensaje escueto.
Hasta que aparecieron los teléfonos inteligentes, whatsapp y las redes sociales. No nos dimos cuenta que esto no presagiaba nada bueno. Teléfono inteligente + red social = individuo atrapado.
Cada teléfono, cada aplicación, cada red social nos brindaba la opción de bloquear a la persona que quisieras , dándonos el poder del mago.
Y ahora, cada vez se lleva menos decirse las cosas a la cara, confundimos cortar por lo sano con abrir en canal el espacio y apartar lo que ya no interesa.
Lo cierto es que desde que te fuiste sin más, bloqueándome del Whatsapp y restringiéndome las llamadas, soy incapaz de ponerme en contacto contigo, porque a pesar de que sé dónde vives más o menos, nunca se me ocurrió meter tu dirección en el GPS, porque no he confiado nunca mi camino a este artefacto inmundo.
Así que debo asumir que tu mitad se separa de la mía, porque quizás nos mantenía comunicados la herramienta equivocada. 
Pero te digo, cuánto bien hubieses hecho en mí, al decírmelo a la cara o a los ojos, porque este silencio infame me duele tanto que no sé separar el cuerpo del mismo dolor.
Sé que después de esto no volveré a confiar tan fácilmente en nadie. Porque no es la primera, ni la segunda vez que una mujer me silencia para siempre, a pesar de mi firme insistencia de seguir vivo.