XLIX

Escribo
cuando amanece
cuando la vida es aire
y las puertas abren

también cuando las venas duelen
y los charcos cubren los instantes

Escribo
a los cúmulos de arena en el monte del olvido
a los gritos de los sueños
al abismo

Escribo
apuntando a los relojes
que la muerte no nos vista
si acaso nos postergue.

XLVIII

El vértigo
o respuesta tangible
del deseo

Asomarse
a tu escote
es morir lentamente
en la incertidumbre

Jugar
a no mirar, mirando
mientras las revoluciones
los semáforos,
el hielo, la copa, el tiempo
son solo actores secundarios
apostados alrededor del fuego.

XLVII

Ahora
cuando los días son más largos
y se respira ese aroma de lluvia o sueño,
recuerdo los veranos de mi infancia
cuando las calles eran nuestras.

XLVI

Equilibrio es una palabra redonda
como una piedra pulida por el uso,
tan fácil de pronunciar
como la palabra padre

y sin embargo tan difícil de rodear
con las manos

Sabes de qué te hablo

Asisto a clases los lunes y jueves
intento acercarme
pero
cuanto más avanzo
mayor es la pregunta

como ese espejo de la infancia
que distorsionaba el cuerpo
de los años

aprender
moldearse
asumir que la meta no existe
mientras la música suena

que no pare

XLV

En la rutina germina el hastío
o ese cansancio de pupila encajada
en la vitrina de las horas.

XLIV

Si pudiese elegir
sembraría
otra vez la misma huella

para observar el caos
de mi conducta
desde aquí

amparado
por las formas
idénticas
de
los espejos.

XLIII

Necesito que alguien venga
y me desplace los poemas
a hachazos de humedad
que me rescate de esta pupila
selectiva que todo lo traga,
incluso a mí.

XLII

La Iglesia y la Monarquía, son dos dinosaurios que pugnan por un territorio que ya no existe.

XLI

La posibilidad
de lluvia
agrieta
la montaña

aislando al silencio
y su defensa,
despejando el camino
de recuerdos intangibles

su revolución
a punto de romper
es ese olor a cielo
que anticipa primavera.

XL

La imaginación es un idioma cargado de futuro.

XXXIX

La musa 

avanza 

como un relámpago

de imágenes

inconexas 

incendiando

a su paso

las huellas

de Dios

juntando

a pie 

de playa

los extremos

del horizonte 

da sentido

a la 

lágrima, 

poblando el vacío

de corazón coraza

de ese niño

que alguna vez

fue hombre.

XXXVIII

Tienes unos andares, gitana
que más quisieran las señoras
acortar distancias
como lo haces
tú

que hace cinco minutos
estaba yo viviendo en el poema
y me he tenido que salir
al escucharte

cadera, talón
cadera, talón
cadera, talón.

XXXVII

Tocarse
no hablo de invasión
pegamento o manos sueltas

digo tocarse
del verbo respirar otra piel
sentir el contacto

es tan necesario
como la música.

XXXVI

La medalla
a Rouco
es una diana
donde confluyen
las ideologías
e intenciones
del imperio

Así somos
por eso premiamos
la exactitud moral
del pensamiento único.

XXXV

Podría enamorarme de Norah
con los ojos cerrados
desde aquí, ahora
escuchando el color de su voz
como si el tiempo dejara de apuntar

y

en algún punto intermedio
pudiera
percibir el olor
de su piel,
su sonrisa detallada,
las formas
que definen el instante
en el que rompe el silencio
y la canción me atrapa.