Huyo de lo explícito en el amor y en el poema. Prefiero el
susurro cargado de intención o esa calma tensa que precede a la imagen. Que
nunca sepa de dónde viene la flecha.
Si acaso una ráfaga intermitente que
arrase mis hombros de ciudadano, cuando al tercer semáforo nada coincida y me
vea corriendo de un portal a otro, justo antes de comprobar como tus 80
pestañas por párpado, han sido más que suficientes para alterar el ritmo de las
calles.
No hay comentarios:
Publicar un comentario