Hay quien dice
que la línea del horizonte
es una sucesión de puertas como huellas
en la que en cada una amanece de forma diferente.
Se cierra un sol y se abre otro
en el juego de postales y nombres,
pisamos la tecla exacta que dibuja esa grieta
que no termina de romper
y jugamos a la lluvia
como si la vida fuera un teatro
donde nos cambiamos los minutos por sonrisas
en el siempre juego
de encontrarnos una y otra vez, siempre.
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