Son las 7:00 de la mañana, la ventana entreabierta es un rumor de primeras luces,
pájaros testimoniales ensayan nombres que vestir a un cielo en construcción.
La cama donde habito es un dolor en si misma, una enredadera de relámpagos incisivos
que se ensañan con el flanco izquierdo de mi vida.
Duele la cadera como si sólo existiese esa parte de mi cuerpo.
Reúno fuerzas y me levanto.
Me sirvo el café haciendo equilibrio sobre una pierna, mientras preparo medio sandwich.
Después del café y el pan, busco la pastilla.
Permanezco unos minutos tumbado,
escuchando ecos de noticias vomitadas por un ente catódico,
mientras espero pacientemente a que surta efecto la droga.
Me desnudo lentamente y frente al espejo me ensayo, mientras cruzo el umbral de la mampara.
Caen las primeras gotas y controlado ya el primer dolor, ahora me duele el deseo,
pero esta mampara está lejos de ti y yo estoy lejos de mi capacidad de seducirte,
pero te pienso y te nombro, ensayando palabras que luego nunca te alcanzan( porque no te las digo)
Salgo entre la niebla y me visto, mientras pienso que libro llevarme en el trayecto.
Metro-Ludovico-Alanis-Bjork, desembocando en la última estación, sé que un cielo nuevo me espera.
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